martes, 11 de septiembre de 2018

SERENA WILLIAMS

Por qué no todo es machismo

Usar el feminismo como justificación para cualquier cosa es una manipulación de los valores del movimiento, los debilita y convierte el discurso en una trampa.


Naomi Osaka ganó el sábado la final del US Open frente a Serena Williams, la leyenda. Sin embargo, no fue eso lo que destacaron los medios de comunicación ni de lo que se habló en la calle o en las redes sociales. Fue Williams y una triple sanción. Perdió los nervios, destrozó la raqueta contra el suelo y se enfrentó al árbitro: “¡Eres un mentiroso y un ladrón!”. “¡Soy madre, antes pierdo que hacer trampas!”. “¡Me debes una disculpa, me debes una disculpa!”. “¡No me volverás a arbitrar nunca más! ¡Es porque soy una mujer y lo sabes! ¡Si fuera un hombre no me harías esto!”. “¡Estás atacando mi personalidad!”... 
Williams convirtió una mala respuesta a la presión de un partido en una bandera del feminismo; y las amonestaciones del árbitro, ajustadas a las normas, según los expertos, en un ataque sexista. El debate es doble: sobre su actitud y sobre el machismo en el mundo del tenis. Pero, en esta ocasión, van por separado.
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